Viajamos de Valencia a Madrid a bordo de un Porsche Taycan para comprobar el estado de salud de la red de carga
El concepto de movilidad eléctrica es mucho más que el vehículo en sí. Se necesitan muchos complementos para hacerla realmente viable. Comprobamos la salud del mercado viajando de Valencia a Madrid en el nuevo Porsche Taycan.
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Publicado: 29/10/2024 18:00
Europa se ha propuesto ser la primera región del mundo en erradicar la contaminación del tráfico. Las normativas Euro y la futura prohibición de vender coches de combustión a partir de 2035 están exigiendo grandes cambios no sólo a los fabricantes, sino a los conductores en sí. La forma en la que nos movemos va a cambiar, está cambiando, y nos guste o no vamos a tener que adaptarnos. Sin embargo, no somos nosotros los únicos que tenemos que cambiar nuestros hábitos. Empresas y gobiernos tienen que permitir que la transición sea lo más normal posible.
El coche eléctrico ya es una realidad. Un producto tangible y palpable que con el paso de los años ha evolucionado significativamente. Hoy coches como el Porsche Taycan son capaces de completar largas distancias sin complicaciones. La berlina alemana, la primera eléctrica de su historia, ha demostrado ser una de las mejores del mundo. Este mismo año ha sufrido una gran renovación, que si bien no afecta demasiado a la apariencia sí que implica importantes mejoras a nivel técnico y mecánico. Su autonomía ha crecido considerablemente, llegando al límite de los 650 kilómetros. Capacidad suficiente para cubrir la distancia que separa Valencia de Madrid.
Sobre el mapa son 364 los kilómetros de distancia que hay entre la estación de Joaquín Sorolla, Valencia, y el Centro Porsche Madrid Norte. El corredor del este es uno de los más explotados por las empresas de carga. Esto permite que hay aun total de 17 estaciones de carga con diferentes puntos por cada una de ellas. La autopista A-3 es una de las de mayor densidad de tráfico en nuestro país y por eso su infraestructura de carga pública está tan completa. No se puede decir lo mismo de otras vías, como la A-5, donde los cargadores brillan por su ausencia. Esta es sin duda una de las grandes complejidades a las que los conductores de un coche eléctrico tienen que enfrentarse.
Actualmente, según ANFAC, España cuenta con 35.698 puntos de carga pública repartidos por toda la geografía. Barcelona y Madrid son las ciudades con mayor red de recarga. Si bien el dato de crecimiento es positivo, nuestro país todavía se encuentra en los puestos de cola en cuanto a infraestructura de carga eléctrica se refiere. Por detrás sólo encontramos a otros países como Italia, República Checa y Hungría. La puntuación media europea de puntos de carga es de 18, mientras que España obtiene una valoración de 8,7. Además de la disponibilidad, otro gran problema es la operatividad de dichos puntos.
Los puntos instalados no operativos han crecido en los últimos meses a razón de un 5,8%, llegando a los 9.145 puntos. Muchos de ellos todavía no tienen autorización para operar. Se estima que uno de cada cuatro puntos actuales sufre algún tipo de inconveniente o problema que reduce o limita el uso de cara al público. La potencia de carga no es una cuestión baladí ya que los puntos de carga ultrarrápida, con una potencia igual o superior a los 150 kW, sólo representan el 7% de la infraestructura total. Estos puntos son especialmente prácticos a la hora de viajar grandes distancias. El 29% de las tomas públicas corresponden a una red de carga rápida, entre 22 y 150 kW. El resto son puntos de carga normal, habitualmente instalados en domicilios y oficinas.
Sobre el papel está claro que el ecosistema eléctrico nacional no es el mejor de todos, pero la práctica demuestra que hoy es posible viajar en un coche eléctrico por toda la península sin tener grandes percances. Sólo es necesario tener en cuenta varios factores para que todo salga bien. El principal es organizar la ruta con tiempo, sobre todo si esta supone completar largas distancias. Hay que analizar la localización de los puntos de carga, la empresa de gestión de los mismos, la potencia y la disponibilidad. Hoy existen aplicaciones que facilitan esta tarea enormemente. Cada vez más coches cuentan con programadores instalados.
A pesar de ello lo verdaderamente importante es disponer de un coche eléctrico que te garantice la autonomía y la alta potencia de carga. Para mí son sin duda los principales puntos a tener en cuenta. La autonomía es esencial, no cabe duda, pero no mucha gente presta atención a la potencia de carga. Viajar en un coche eléctrico se puede normalizar si se dispone de una elevada tasa de recuperación energética. En el caso del Taycan estamos ante uno de los mejores coches del mercado. Su potencia de carga en corriente continua (carga rápida) alcanza los 320 kW. Hasta 22 kW cuando hablamos de corriente alterna. En condiciones ideales es capaz de recuperar del 0 al 80% de su autonomía en cuestión de 18 minutos.
Si bien es cierto que esta tasa de recuperación es impresionante, el ratio de energía dependerá no sólo del vehículo, sino del punto de carga. Como ya he dicho más arriba, sólo el 7% de la infraestructura de carga pública nacional corresponde a puntos de carga ultrarrápida. En el viaje de Valencia a Madrid y viceversa tenemos unos cuantos, operados por empresas como Tesla, Iberdrola o Zunder, entre otros. Obviamente, cada una de estas instalaciones requiere procedimiento de alta y pago diferente. En el mejor de los casos es tan sencillo como pagar con la tarjeta contactless. Porsche también tiene sus propios puntos, de hecho el instalado en el Centro Norte es uno de los más potentes de nuestro país con 350 kW.
Tras recorrer la distancia que separa la capital del Mediterráneo con la capital del país uno descubre que sí es posible viajar a bordo de un coche eléctrico. En este caso ha sido con el Porsche Taycan, que obviamente va sobrado de potencia, confort y autonomía. No ha supuesto ningún problema. Y ese ha sido uno de los objetivos de esta particular prueba. Comprobar que uno se puede liar la manta a la cabeza y poner rumbo al horizonte con un coche eléctrico sin que el viaje se convierta en una auténtica tortura. El coche podría haber llegado sin tener que parar y eso que en ningún momento cogimos el coche con la batería al máximo.
Hemos parado, sí, pero lo hemos hecho para estirar las piernas y para comprobar que el Taycan es una bestia en lo que a carga se refiere. Hemos llegado a ver potencias de recuperación de hasta 250 kW. En 10 minutos, en condiciones ideales se pueden recuperar más de 300 kilómetros de autonomía, que casi serían suficientes para completar un nuevo viaje. El aumento con respecto al Taycan original es considerable, pero aún así el modelo anterior también podría haber completado la prueba sin despeinarse. Lo mejor de todo no es esa sensación de tranquilidad que aportan las cifras, sino la sensación de normalidad que ha reinado.
En ningún momento se ha tenido especial cuidado a la hora de conducir. Es decir, se ha conducido con total normalidad, con sus acelerones y algún que otro exceso de velocidad necesario. No hemos tenido que viajar a 100 kilómetros por hora porque hemos estado angustiados por la carga. Todo lo contrario. Climatizador, música y kilómetros al frente como si de un coche de combustión se tratase. Hay que ir adaptándose al futuro. Aunque los motores térmicos no han dicho su última palabra, tal y como bien ha demostrado Porsche en sus últimas patentes, todo tiende a lo eléctrico. Salvo por algún detalle de previsión y organización, viajar con un coche impulsado por baterías ya es algo normal y posible.