PruebaVictory Gunner: En marcha y conclusiones (II)

Arrancamos esta gran moto para comprobar sus virtudes en carretera. Fantástica para hacer largos trayectos y perderse en un mar de asfalto, pero relativamente cómoda para una moto del día a día. Es voluminosa pero manejable para conductores de todos los tamaños.

Victory Gunner: En marcha y conclusiones (II)

10 min. lectura

Publicado: 29/12/2015 14:00

Admito que el primer impacto visual de la Victory Gunner, es demoledor. Asusta un poco pensar si con el enorme tamaño que tiene, una persona de mi estatura puede manejarse con soltura sobre la Victory.

Es imposible no fijarse en la estética de la moto. ¡Qué bonita es! Puede que una moto tipo bobber no sea la que tendrías en tu garaje, pero es imposible que no admitas la belleza natural de este estilo de moticicletas. Ésta en concreto es un acierto en cada ángulo. Y puede que no tengan una larga tradición, pero los deberes en el apartado estético los tienen bien hechos los de Iowa.

La llave se introduce en el lado izquierdo de la moto, entre ambos cilindros. El velocímetro analógico en forma de reloj se retrolumina en un color azul muy intenso y tiene un pequeño display con ordenador de a bordo en la parte inferior. Curioso es que el tamaño de los números del velocímetro disminuye drásticamente a partir de 120km/h y es imposible que no nos distraigamos en exceso para acertar a ver a qué velocidad avanzamos si circulamos más rápido. Como la velocidad máxima permitida es de 120km/h en las vías más rápidas pues debería ser suficiente... ¿no?

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Una ruta de carreteras sencillas y alguna curva suave, es el mejor terreno de la Gunner

El escape reprime un sonido que prometía ser atronador

Tras un sonido eléctrico que emite la moto al dar el contacto llega el momento de arrancarla y esperar a que se caigan los cimientos de los edificios de alrededor con su atronador sonido. Pero una pequeña decepción invade mi cuerpo al escuchar un descafeinado estruendo. A decir verdad tiene más ‘corazón’ que ruido de escape, porque será el motor y su latido el que haga los deberes que las kilométricas colas de color negro no han sabido hacer. No es un tema que no se pueda arreglar si quieres algunos decibelios extra, porque entre los opcionales hay otros escapes que se venden como accesorio. Depende de gustos.

La postura, como no podía ser de otra manera es con las piernas adelantadas y algo abiertas. Los brazos van estirados para alcanzar el manillar, y en mi caso tengo que avanzar un poco la espalda para poder encontrar una postura que me permita manejar la moto con comodidad. El avance y el volumen de la moto es cuestión de costumbres y liberar la mente de miedos, porque lo que al principio invita a un comportamiento excesivamente cauteloso, con los kilómetros se torna sencillo de controlar. La anchura máxima te la marca el manillar y aunque no es tan ‘ratonera’ en ciudad como otro tipo de motocicleta, sí es más permisiva de lo que sugiere.

De hecho, un punto que fatiga más que el tamaño, es la dureza del embrague. La maneta está diseñada para usarse más por carretera (menos cambios de marcha), que por ciudad (cambios constantes), porque a su recorrido corto se le une un tacto al que hay que aplicar mucha fuerza. Poco después de la Gunner probamos la Victory Magnum que presentaba las mismas sensaciones. El cambio es tosco al engranar determinadas marchas y suena en exceso, pero no es un punto crítico porque está acompasado con el carácter musculoso de la Gunner.

No puedes inclinar mucho antes de tocar con la estribera en el suelo

Manejabilidad buena. Una clave: el asiento a 635 mm del suelo

Además, las largas relaciones del cambio impiden circular a menos de 40 km/h en segunda sin notar que la moto pide gas y que el motor sufre en bajas. Por ello es frecuente recurrir a primera más veces de las que querríamos, pero lo cierto es que la elasticidad de cada marcha es infinita y permite recuperar desde muy abajo una mala elección de velocidad engranada. Se nota que su terreno natural está en otro tipo de vías, con horizontes infinitos y no edificios en todas las esquinas.

El monoamortiguador trabaja correctamente y es confortable. Su recorrido de 75 mm no nos permite pasar resaltos a mucha velocidad y es cuestión de costumbre coger el punto perfecto, y una vez que lo tienes, es bastante cómodo. Para viajes de largo trayectos es una delicia poder constar con una suspensión a la altura y una horquilla telescópica de 130 mm en la parte delantera. La relación de marchas invita a hacer rutas infinitas en quinta o sexta; en función de la situación. La última marcha retiene muy poco con freno motor al soltar el acelerador transmitiendo una sensación prácticamente de punto muerto, pero a la hora de mantener una velocidad de crucero constante, es perfecta. Mejor a partir de 110-120km/h.

Quinta se usa con frecuencia, con una retención mayor y con más comodidad para usarse entre 100km/h y 120km/h. Si usas esta ‘bobber’ para todo, no será hasta que pasen 200km cuando veas que se enciende el testigo de reserva de combustible. Como no tenemos un claro indicador de la gasolina restante, tenemos que vigilar un poco los consumos, aunque en muchas motocicletas con depósitos más o menos planos, es frecuente encontrarse esta carencia. La capacidad del depósito es de 17 litros.

La estética es un lujo. ¡Qué bonito es verla pasar!

El propulsor es infinito en cada marcha. En sexta tiene 'overdrive'

La relación que tiene el conductor con la Gunner, es de armonía. Un paseo es fácil que se convierta en una gran ruta y lo más placentero sin duda es que se disfruta a cualquier velocidad. Su margen de actuación está entre 2.200 rpm y 4.000 rpm. A partir de ahí, aunque sigue dando de sí la moto, no hay necesidad de hacerla trabajar. No invita a ir rápido aunque no es lenta si buscas una gran aceleración y alta velocidad punta. La estabilidad es elevada en la Gunner y el viento azota con fuerza de frente al conductor porque no hay protección aerodinámica. Pero esto ya lo sabes antes de comprarla al verla en el concesionario por lógica.

El carácter deportivo está limitado por una baja altura de carrocería de 120 mm al suelo y unas estriberas que tocan el suelo mucho antes del límite de estabilidad del vehículo. Una estabilidad poderosa que en parte debe agradecerse a unos neumáticos de anchura generosa y tamaño 130/90 R16 para la delantera y 140/90 R16 para la trasera. Un perfil, por cierto elevadísimo que amortigua ciertas irregularidades y acentúa la comodidad. La potencia de frenada es suficiente y con el ABS de serie, las garantías aumentan.

El ordenador de a bordo incluye en cuentarrevoluciones de forma digital, así como un parcial de kilómetros, un total la hora y poca información más. Por el día su visualización es correcta, pero la retroiluminación nocturna en color azul intenso hace que se pierda con facilidad el enfoque tras este tipo de luz. Ledes en blanco serían más interesantes.

Sus neumáticos son anchos en el eje delantero y trasero

Por lo demás, disfrutar se convierte en una premisa básica de la Gunner y la manejabilidad que en un principio parece que va a ser un punto crítico sorprende de forma positiva una vez que nos acostumbramos a la moto. Gracias al asiento a 635 mm del suelo y que cualquier conductor se puede adaptar a ella (aunque para máxima comodidad es recomedanble medir como poco 1,75 metros), tener una bobber llena de personalidad y asequible en precio es posible.

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