Cristal laminado: qué es, aplicación en el parabrisas y diferencias con el templado
Aunque pueda parecer que en un vehículo todas las lunas o cristales son iguales, lo cierto es que no es así. Y uno de ellos destaca por encima de los demás: el parabrisas laminado. Estas son sus cualidades.
7 min. lectura
Publicado: 15/04/2021 16:55
Un vehículo cuenta con múltiples medidas y elementos de seguridad, aunque muchos de ellos nos resultan imperceptibles durante el uso diario. Es el caso de los parabrisas, los cuales tenemos delante en todo momento pero de los que seguramente sólo nos acordamos cuando nos golpea una piedra o se ensucian a consecuencia de la lluvia, la nieve o el barro.
El caso es que el parabrisas es un elemento más de seguridad para los ocupantes de un vehículo y lo es, entre otras cosas, gracias al cristal laminado empleado para su fabricación, pues tiene unas cualidades mecánicas muy concretas y especiales.
El vidrio templado da una resistencia y dureza muy superior, mientras que con el polímero ofrece cierta flexibilidad
El parabrisas necesita tener unas características muy concretas, pues es el único cristal del vehículo que protege y da visibilidad en la zona frontal del vehículo. Características que sólo da el cristal laminado y que no son necesarias en las ventanillas o en la luna trasera, por ejemplo.
Pero, ¿qué hace del cristal laminado tan especial? Vamos a verlo.
Qué es el cristal laminado
Es el tipo de cristal utilizado para fabricar el parabrisas y consta de dos vidrios templados unidos entre sí por una lámina intermedia de polímero transparente.
Estas tres capas se someten a altas temperaturas para crear una unidad de material compuesto, como en el caso de la fibra de carbono u otros materiales, consiguiendo así propiedades conjuntas sobresalientes.
Gracias al vidrio templado, se obtiene una resistencia y dureza muy superior a la normal, mientras que con el polímero se dota al parabrisas de cierta flexibilidad. De este modo evitamos por un lado que el parabrisas se rompa en múltiples fragmentos sino en grietas radiales. Dicho de otro modo, el cristal no estalla y se esparce por el habitáculo, dañando a los ocupantes.
A consecuencia de estas cualidades, el parabrisas templado se hizo obligatorio en Europa hace ya muchas décadas y es considerado, junto con el cinturón de seguridad, uno de los principales elementos de seguridad de un vehículo.
Ventajas del cristal laminado
Dicho todo lo anterior, es obvio que el parabrisas laminado tiene muchas ventajas con respecto a otros tipos de cristales como el templado:
- Proporciona visión óptima
- Mantiene a salvo a los ocupantes ante el impacto de un objeto externo a gran velocidad.
- No estalla en fragmentos al romperse, preservando la integridad de los ocupantes.
- Aporta hasta un 30% de la rigidez estructural del vehículo.
- Sirve de apoyo para el airbag cuando este se despliega ante un accidente.
Diferencias entre el vidrio laminado y templado
Los vidrios laminados son, como ya hemos dicho, una combinación de vidrio templado y polímero transparente. Pero, ¿qué es exactamente el vidrio templado?
El vidrio templado se introduce en un horno una vez ha sido fabricado y terminado con su forma y medida final. Durante el proceso sufre varias fases de calentamiento y enfriamiento, lo que le permite adquirir una dureza incluso 10 veces superior a la normal.
Se trata de un proceso muy habitual en diferentes aplicaciones como pueden ser los escaparates o las barandillas, así como en materiales como el acero.
La historia del parabrisas laminado
En los albores del automóvil, no era habitual utilizar parabrisas en los vehículos, pero en 1915 la marca Oldsmobile fue la primera en incluirlo como equipamiento de serie. Se trataba de un parabrisas formado por dos hojas de cristal que podían plegarse cuando una de ellas se ensuciaba.
El inconveniente era que este sistema era muy peligroso ante accidentes, aunque eso cambió de manera radical en 1926, con el primer montaje del parabrisas laminado en un Rickenbacker. Unos años antes ya había sido utilizado en las cámaras de gas durante la Primera Guerra Mundial.
Y es que la patente de este tipo de parabrisas se tramitó en 1909, tras descubrirlo por accidente el francés Edouard Benedictus unos años antes cuando se le cayó un vaso de cristal al suelo y sus pedazos no se separaron al haber quedado impregnados por una película de nitrato de celulosa.
El cristal laminado tenía muchas ventajas ya en ese momento, pues no se rompía en mil trozos, sino que formaba una tela de araña e impedía que los pasajeros salieran despedidos en caso de choque. Además, su mayor resistencia aportaba más integridad al vehículo en un vuelco.
Pero también existían inconvenientes, ya que la capa de celuloide se decoloraba, se oscurecía y se volvía frágil con el paso del tiempo. Hasta que en 1938, Carleton Ellis patentó una resina sintética transparente que no se decoloraba con el tiempo. A finales de los años 30, los fabricantes empezaron a utilizar butiral de polivinilo (PVB), lo que hacía que el vidrio laminado fuera más claro y resistente.
En la década de los 60, Estados Unidos comenzó a regular las características del cristal laminado en los vehículos y lo hizo obligatorio, algo que también se importó a Europa en esa época.