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La energía solar representa una solución clave para un futuro sostenible, ofreciendo múltiples aplicaciones. Aunque su uso más conocido es para la generación de electricidad, existen muchos otros que vamos a conocer a continuación.
La energía solar es la energía obtenida del sol, que se puede aprovechar mediante diferentes tecnologías para producir electricidad, calor o combustibles. Es una fuente de energía renovable y limpia, lo que significa que su uso no produce emisiones contaminantes y es inagotable en el tiempo.
Existen principalmente dos tipos de energía solar:
La energía solar fotovoltaica convierte la luz solar directamente en electricidad a través de celdas fotovoltaicas o paneles solares. Estas celdas están hechas de materiales semiconductores, como el silicio, que generan corriente eléctrica cuando son expuestos a la luz solar.
Este tipo de energía es ampliamente utilizado en:
La energía solar térmica aprovecha el calor del sol para generar energía térmica que puede ser utilizada para calentar agua, aire o para producir electricidad en plantas de energía solar térmica. Este tipo se divide a su vez en dos subtipos:
La energía solar permite una amplia variedad de usos importantes en diferentes ámbitos:
Los paneles fotovoltaicos funcionan transformando la luz solar en electricidad. Están compuestos por celdas solares hechas de materiales semiconductores, como el silicio.
Cuando la luz del sol incide sobre estas celdas, los fotones, que son partículas de luz, transfieren su energía a los electrones del silicio. Esto hace que los electrones se liberen de sus átomos. Los electrones liberados se mueven hacia una capa del material, creando una corriente eléctrica.
Esta corriente es continua (DC), pero como la mayoría de los electrodomésticos y las redes eléctricas utilizan corriente alterna (AC), se utiliza un inversor para convertir la corriente continua en alterna.
Así, los paneles solares pueden suministrar electricidad directamente a los aparatos, almacenarla en baterías para usarla más tarde, o enviarla a la red eléctrica para su distribución.
La energía del sol se produce en su núcleo a través de un proceso llamado fusión nuclear, donde los átomos de hidrógeno se combinan para formar helio, liberando una enorme cantidad de energía.
Esta energía se genera porque, bajo las altísimas temperaturas y presiones del núcleo solar, los protones de los átomos de hidrógeno pueden vencer su repulsión natural y fusionarse.
La energía liberada en forma de radiación y partículas subatómicas viaja desde el núcleo hacia la superficie del sol. Primero, atraviesa la zona radiativa, donde se transporta lentamente debido a la continua absorción y reemisión por las partículas solares. Luego, en la zona convectiva, la energía se mueve más rápidamente mediante corrientes de convección, donde el material caliente asciende y el más frío desciende.
Finalmente, la energía llega a la superficie del sol, llamada fotosfera, y se irradia al espacio como luz y calor, que es la energía solar que llega a la Tierra y sustenta la vida y diversas tecnologías.
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