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Los inyectores del motor son piezas fundamentales en el proceso de combustión interna de los vehículos. Encargados de pulverizar y distribuir el combustible de manera precisa, estos dispositivos juegan un papel crucial en el rendimiento, la eficiencia y la reducción de emisiones de los motores de combustión.
Para que el motor arranque, es necesario que llegue carburante al mismo. El elemento encargado de suministrarlo es el inyector, que surte de combustible a alta presión al conducto de admisión si se trata de un sistema de inyección directa, o a la cámara de precombustión si es indirecta.
En esencia, los inyectores son electroválvulas que se abren y cierran múltiples veces de manera muy precisa como reacción al pulso eléctrico que los controla. Con el objetivo de distribuir el combustible de forma homogénea, lo pulveriza, evitando así goteos o similares.
Se ubican en la culata y están formados por dos partes: el cuerpo y la aguja, que se fabrican en acero y con gran precisión.
En función del tipo del sistema de funcionamiento de los inyectores, estos se pueden dividir en dos:
Para un buen funcionamiento del inyector que permita al motor desarrollar todo su potencial, es imprescindible mantenerlo limpio, evitando así obstrucciones a la hora de pulverizar el combustible. Obviamente, este tiene impurezas propias y recogidas en el depósito o los conductos asociados al mismo, que finalmente llegan a la bomba de combustible y a los inyectores.
Algunos consejos para mantener los inyectores en buen estado son los siguientes:
El biodiésel: tiene más humedad y ello puede acelerar la corrosión y el deterioro de los componentes, además de llevar con frecuencia hongos y bacterias que atacan al sistema de inyección. Conviene, por tanto, controlar su uso.
Uno de los primeros indicios que podemos notar a la hora de detectar problemas en la inyección es que el motor da tirones a la hora de acelerar o desacelerar. En ese caso, debemos acudir rápidamente a un taller para su análisis o, de lo contrario, es muy probable que tarde o temprano acabemos sufriendo una seria avería en el sistema de inyección o incluso en el motor.
Es aconsejable proceder a una limpieza al cumplirse los primeros 100 000 km de uso del vehículo, acortando las siguientes a una frecuencia de 50 000 km. Podemos hacerlo de las siguientes maneras:
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